Había nacido en el paraje La Palmira el 3 de febrero de 1939, contrayendo enlace matrimonial con doña María Alcaraz, cuyos frutos fueron 3 hijos, Margarita, Omar y Graciela.
Don Molina fue durante 40 años sacristán del Santuario-Basílica de Nuestra Señora de Itatí hasta que obtuvo el beneficio de la jubilación en 2005.
Trabajó junto a otro sacristán ya desaparecido, don Eustaquio Aranda. Su tarea comenzaba bien temprano, a las 6 abría la Basílica y debía preparar todo para las misas, además de mantener la limpieza de uno de los santuarios más grandes de la Argentina y de hacer sonar las campanas, que están en lo alto de la terraza, llamando para las misas, y avisando las 12, las 15 y las 20 horas. Actualmente ya se utiliza un campanario electrónico.
Y la tarea continuaba. Cuando terminaba la Misa, los feligreses y el padre se iban, el sacristán seguía, regresando a la sacristía lo empleado en la celebración. Lo guardaba todo, y dejaba preparado lo que se utilizaría al día siguiente. Apagaba la llama de las velas. Cerraba las puertas. Verificaba que no quede nadie. Miraba bien para asegurarse de dejar las cosas en orden; hacía una breve oración para agradecerle su jornada a Jesús, y apagaba la luz.
Don Blas sirvió a la Virgen durante 40 años, ahora recibirá el premio por tan grato servicio.
Sus restos serán velados en su domicilio, por la avenida San Luis del Palmar entre 25 de Mayo y Castor de León y mañana se realizarán las exequias en la Basílica.
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