De entre todas las flores que el Padre creó, la más bella y hermosa sin duda alguna es María. Ella es el más blanco Jazmín de la naturaleza.
Pero cuidado, así como cualquier madre, desea un buen comportamiento de sus hijos. María espera que la imitemos en su totalidad (quiere que con el testimonio de la vida hagamos aquello que Jesús nos enseña (aqui esta la verdadera devoción a María Inmaculada) guardar la palabra para nosotros, no sentir ganas de comunicarla sería empobrecer totalmente nuestra fe. San Pablo dice la Palabra se hace fuerte dándola a los demás.
Festejamos agradecidos a Dios porque miró con bondad a María, su esclava, y en ella su Concepción Inmaculada, la libró de todo pecado y por eso todas las generaciones la felicitan. María sería Madre Virgen de Jesucristo.
Este saludo, centenariamente antiguo ¡AVE MARIA PURÍSIMA!, al crear el universo Dios pensaba en el día en que, aunque el hombre no hubiese pecado, su Hijo amado se haría hombre, y se imaginó tan Inmaculada y llena de gracia que se enamoró de ella y la predestinó para ser su madre.
María no es Dios, Ella como todos nosotros depende de la voluntad del Padre, a Ella no se la adora, únicamente se adora a Dios Padre. María encabeza la larga fila de hombres que caminamos al encuentro del Señor. Nosotros recordamos aquel momento y nos unimos para cantarle con toda la voz."Dios te salve María, Reina y Madre de misericordia”, con esa misericordia mira a toda la humanidad que te necesita.
“Vida, dulzura”, con esa dulzura mira a tantos tristes y pesimistas, a tantos sin esperanza.
“Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo”. Dijo San Juan Pablo II "María no posee ningún título humano para recibir el anuncio de la venida del Mesías. Ella no es sumo sacerdote, representante oficial de ninguna religión, sino una joven sin flujo en la sociedad de su tiempo".
Recemos un misterio del Rosario por la humanidad.
(Colaboración del padre José Quintana Peña)
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