Ya hemos iniciado el tiempo de cuaresma orientando nuestros pasos bajo la guía de la fe hacia la Pascua.
En el evangelio de hoy san Marcos omite el detalle de las tres tentaciones de Mateo y Lucas. Después del bautismo Jesús va al desierto haciendo la experiencia de la historia de Israel que había pasado 40 años en el desierto. Jesús es conducido por el Espíritu y el pueblo de la alianza era guiado por una nube, símbolo de la presencia de Dios.
Jesús fue tentado y permanece fiel al Padre, no así el pueblo de Israel.
San Marcos une la historia de la tentación de Jesús con el acontecimiento del bautismo. El Espíritu que descendió sobre Jesús lo lleva al desierto, lo conduce a la soledad, a estar a solas con Dios.
En el vivir en comunión con el Padre es probado y tentado, siendo así el desierto el lugar del encuentro con Dios y también el lugar de la decisión de seguir la voluntad del Padre.
Jesús sale del desierto y con gran decisión se lanza a la proclamación del Reino de Dios.
Hoy Jesús nos pide a cada uno de nosotros entrar en el desierto de la cuaresma, llevados por el Espíritu de Dios, que en el bautismo nos hizo sus hijos reafirmando nuestra fidelidad en el seguimiento del Siervo de Dios: Cristo!.
(Colaboración del padre Juan José Mettini fdp)
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