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sábado, 9 de enero de 2021

Fiesta del Bautismo del Señor

Con esta fiesta concluimos el tiempo de Navidad. 


El bautismo del Señor, o «teofanía del Jordán», es un misterio importante de nuestra fe, pues funda el sacramento del bautismo cristiano. Es una buena oportunidad para reflexionar sobre el significado de nuestro propio bautismo y renovar los compromisos que en él hemos adquirido, así como dar gracias a Dios por el gran regalo de hacernos hijos suyos. 

• Dios llama para algo. Por el bautismo todos nos convertimos en hijos suyos. Es esencial en mi vida preguntarme, ¿qué quiere Dios de mí? Este es, resumido, el contenido de la primera lectura del libro de Isaías.

• Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Las distinciones las hacemos los hombres, pero no Dios. El mensaje de la lectura de los hechos de los apóstoles, lo deja claro.

¿BAUTIZADOS, O PASADOS POR AGUA?
• Experiencia de niño, cuando mi madre preparaba para comer o desayunar “huevos pasados por agua”. Esto es: un huevo que no está ni crudo ni cocido. Que ha estado en agua hirviendo, sin terminar de cocerse. A mí me encantaban, porque les habría un agujerito, y podía untarlos. Con un poquito de sal están riquísimos. Los “ huevos pasados por agua, no están ni cocidos de todo, ni tampoco crudos. ¿A qué viene esto de los huevos pasados por agua? Pues para explicar el bautismo. 

• “Bautizarse” significa literalmente “sumergirse”, hundirse en el agua -como si uno se ahogara o muriera-, «cocerse» al calor del Espíritu, para, al salir, aparecer como una persona nueva, como un “hombre nuevo”, como un “resucitado”. Bautizarse es dejar que el agua y el Espíritu me transformen profundamente por dentro. Eso empieza el día del bautismo y dura toda la vida. 


• El Bautismo de Juan era un poco como «pasar por agua»: significaba «reconocerse pecadores», y el «deseo de cambiar de vida». Era un «bautismo de conversión para el perdón de los pecados», de apertura al futuro Mesías que estaba por llegar. Pero la cosa no iba mucho más allá: no recibían el perdón de los pecados por el hecho de bautizarse, era una actitud nada más, un signo. Por eso el bautismo que recibe Jesús y el bautismo cristiano son profundamente distintos. El Bautismo cristiano está relacionado con la Pascua de Jesús y el envío de su Espíritu, con la incorporación a Su Iglesia, la Comunidad de discípulos. No nos bautizamos «imitando» el ejemplo de Jesús, sino participando de la transformación que conlleva su Paso/Pascua hacia el hombre nuevo resucitado.

• ¿No habremos estado fomentando en nuestra Iglesia muchos cristianos en plan “pasados por agua”? Cristianos más bien «blanditos» y frágiles, que se «rompen» como un huevo medio crudo, y se desparraman con toda facilidad, cuando se presentan las primeras dificultades? ¿Por qué hay tantos bautizados que no viven su fe, que no se les nota en su vida nada expresamente cristiano, evangélico? Incluso han abandonado la fe, y su vida sigue adelante sin nostalgias. Eso de «creer» no les aportaba nada esencial ni necesario. Yo distingo entre “Bautizados” y “Cristianos”. 

• Un cierto número de padres (aunque ellos mismos fueran bautizados en su momento), optan por retrasar o prescindir del bautismo de sus hijos. ¿Razones? Por ejemplo, que no quieren «imponerle» al niño su fe... que es mejor que lo elija por sí mismo cuando sea mayor... Esta «justificación» me parece un poco «falaz»: si fueran del todo coherentes con ella... tendrían que abstenerse también de decidir si lo llevan a un colegio bilingüe o no, para no imponerle otro idioma. O tendrían que renunciar a tener más hijos, para no «imponerle» al que ya tienen otros hermanos. Ni debieran elegir llevarle a un centro público, a ver un partido de fútbol de tu equipo favorito, ni siquiera al lugar donde llevarle de vacaciones, porque se lo estás imponiendo... hasta que la criatura pueda decidir por sí misma. Como tampoco debieran «imponerle» ninguno de su valores o tradiciones familiares, etc, etc, 

• Porque un niño no vive su crecimiento personal de una forma neutra, indiferente, sin ninguna influencia. Es imposible. Su vida no es una página que pueda permanecer en blanco hasta que tenga la capacidad de decidir por sí mismo, porque las personas con las cuáles convive, la familia, las distintas instituciones sociales y los ambientes van dejando sus huellas en él. Pretender que el niño crezca al margen de toda influencia y después que él libremente escoja es muy ingenuo. “Si no enseñamos a nuestros hijos a seguir a Jesús, el mundo les enseñará a no hacerlo.” 

• Pero lo cierto es que los padres eligen mil cosas en nombre de sus hijos, todas aquellas que les parecen las mejores para ellos, porque los aman incondicionalmente. Si la fe cristiana es relevante para ellos y afecta a sus opciones y estilo de vida... querrán que sus hijos también la compartan. Es importante y bello que, cuando unos padres reciben el regalo de una vida que cuidar, acompañar y educar, cuenten con la bendición de Dios. Y en el Bautismo piden que Dios Padre bendiga a su hijo. Esto no hace nunca mal a nadie. Y a la vez, reconocen que esa vida les llega de Dios, que no les pertenece, que no lo quieren «formar» a su capricho, o consentir que la sociedad los forme según sus intereses, sino «como Dios quiere», con todos los valores y criterios que le ayudarán a ser una persona madura, solidaria, profunda, fuerte ante las dificultades... 

• En el Evangelio, el Padre Dios proclama públicamente: «Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco», desde siempre y para siempre. Y derrama sobre él todo el poder de su Espíritu, haciéndole su Templo, su consagrado, su Mesías. Algo similar ocurre con nuestro Bautismo, y los padres, con la ayuda de los padrinos, habrán de ocuparse (junto a la Comunidad cristiana) en irle mostrando cada día lo que eso significa, hasta que sea capaz de experimentarlo por sí mismo. "Ser bautizado con el Espíritu de Jesucristo supone encontrarse con Dios y sabernos acogidos por él en todo lo que vivimos, bueno y malo”. 

Hoy en el Bautismo de Jesús, recordamos y revivimos nuestro propio bautismo. Somos hijos de Dios, y a lo largo de todo el año, la Palabra de Dios nos ayudará a descubrir lo que Él desea de nosotros, siempre con la finalidad de ser felices.

P. Feliciano de los Mozos fdp

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