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sábado, 7 de noviembre de 2020

Con una Misa en el Atajo dio inicio el Mes de María en Itatí

Con los primeros rayos del sol, feligreses itateños se dirigieron hasta el lugar del Milagro del Atajo para participar de la celebración eucarística con el que inició el Mes de María en Itatí. Además se realizó el cambio del vestuario de la imagen de la Virgen que se venera allí.


El vicario parroquial, padre Derlis Sosa, presidió la celebración eucarística en el Atajo, junto a la imagen de Nuestra Señora de Itatí que se venera en ese lugar, que fue descendida para el cambio de su vestuario. 

Numerosos feligreses, respetando las medidas de prevención, se congregaron para participar de la Misa con la que se dio inicio al Mes de María en la Tierra de la Virgen de Itatí. 

Momentos antes del inicio de la celebración, se realizó el cambio del vestuario de la imagen de la Virgen de Itatí, a cargo de las camareras Sara Barrios, Susana López y Melania Sosa, con la colaboración de Tunino Medina y los trabajadores del Matadero Municipal, quienes durante todo el año se encargan de la limpieza y el cuidado del lugar donde se emplaza la ermita con la imagen de la Virgen, recordando el suceso notable ocurrido en 1748. 

Luego de rezar dos misterios del santo Rosario, esperando que arribaran feligreses a pie desde Itatí, dio inicio la Eucaristía. Durante la homilía el padre Derlis pidió ser más solidarios y solicitó una mayor apertura de Itatí para que la gente que vive del turismo pueda trabajar. 

Antes de finalizar la celebración fue colocada la imagen en su trono y luego de cantar el “Adiós Reina del Cielo”, que es la última Misa que se celebrará este año en ese lugar, el sacerdote impartió la bendición. En la reflexión final manifestó que aunque hubo algunos infectados de Covid-19 en Itatí, no hubo fallecidos por esa causa, “como en aquel momento la Virgen protegía este lugar, lo sigue haciendo ahora”. 

El Atajo salvador 
Itatí se distinguió como avanzada de la civilización. Corrientes vivía más tranquilo cuando Itatí gozaba de poderío. Era como un centinela, un alcázar, que impedía el atropello de los naturales salvajes a la ciudad de Vera. Pero Itatí era también abastecedor de la población ciudadana con sus sembradíos de trigo y maíz. Itatí alimentaba a Corrientes con sus graneros y sus vaquerías. De aquí la natural codicia de las tribus de los alrededores del sur como del norte. 

En el siglo XVIII, hacia 1748, corrió el inminente peligro de ser arrasada e incendiada por una verdadera avalancha de indios no reducidos o alzados que se acercaron desde el sur por lo que ahora es Ramada Paso a galope tendido para caer sobre el pueblo. A escape de sus corceles el capataz y sus peones de San Isidro llegan con la noticia a la población. Se intenta una defensa a todo correr por los pobladores armados, pero la mayoría de mujeres, ancianos y niños acuden afligidos al templo a implorar a su Madre el remedio y la fuerza para contrarrestar una segura muerte, de exterminio total. 

Seguro de su triunfo y gustando del pillaje atropellan en desordenada carga apenas a una legua del pueblo. Pero interviene la providencia de la bendita Madre. Se abre un cauce profundo y torrentoso entre el Yaguarí y San José que impide a la caballería avanzar. Es el Atajo salvador. Retrocede la indiada y se dispersa. Itatí está a salvo. 

El foso del Atajo conserva su sentido histórico en las prácticas populares; los peregrinos que llegan a Itatí ingresando por Ramada Paso, cruzan el puente del Atajo, realizando así su último esfuerzo de marcha hacia el Santuario.


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