A las 19 se celebró la santa Misa en el santuario de Nuestra Señora de Itatí, presidida por el padre Feliciano de los Mozos fdp.
Compartimos su homilía
Los problemas forman parte de la vida.
¿Quién no tiene problemas? ¿En qué matrimonio, familia, grupo, comunidad, no hay problemas? Los problemas forman parte de la vida. Una vida sin problemas no es vida.
Por eso una buena educación NO CONSISTE en evitar los problemas a los hijos, o a los alumnos en el caso de la escuela. Ni siquiera tenemos que pensar que podemos evitar los problemas en la vida de los otros. Es imposible evitarle a nadie los problemas, porque no podrás hacerlo y el problema lo tendrás vos.
Una buena educación es la que ilumina el camino para que cada uno tenga elementos y criterios para resolver sus propios problemas.
Alguno estará pensando... ¿Y por qué nos sale hoy con esto el P. Feli? Muy sencillo. Las primeras comunidades cristianas también tenían problemas, diversos, bastantes, y el Libro de los Hechos no los oculta.
Hoy la 1ª lectura nos cuenta uno de los problemas que surgió. Se multiplicaban los discípulos, es decir, aumentaba el número y los discípulos griegos, y comenzaban a quejarse contra los discípulos hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana.
Y ahí comenzaron a pensar. Importante para resolver los problemas, PENSAR. Yo diría más, REFLEXIONAR. Sin reflexión no hay felicidad, porque ante los problemas, NI HAY QUE DEJAR PASAR, NI CUALQUIER SOLUCIÓN ES BUENA. Por eso es bueno reflexionar.
Los doce convocan la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.»
Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Siete diáconos. Y colorín, colorado, este problema se ha acabado. ¿Por qué? Porque tomaron una DECISIÓN.
La prueba que la solución fue la adecuada es que “La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe”.
¿Qué tal si lo analizamos un poco?
- No esperaron a ver si a los helenistas, los griegos, se les pasara el enfado.
- Tampoco pensaron que eso era motivo para separarse y que cada uno arregle sus problemas, los griegos por un lado y los hebreos por otro.
- Reflexionaron que cada uno tiene su misión y que las cosas funcionan cuando cada uno se encarga de lo que le corresponde.
- Entendieron que la misión de los apóstoles no era la de estar “cuidando viudas”. Pero también, entendieron que era importante atender a las viudas, como un verdadero testimonio del evangelio que predicaban. Pero como eran sensatos, como dice el refrán castellano, entendieron que “no se puede nadar y estar guardando la ropa”.
- Así que hicieron una propuesta y una vez aceptada, escogieron a 7, buenas personas, que se encargaran de las viudas. Mientras, los apóstoles, se dedicaron a la oración y al ministerio de la Palabra, es decir, a la predicación.
- Desde antes de ser cura, (yo siempre he reflexionado mucho), he pensado que NO FALTAN CURAS. Más bien he pensado que sobran. Quizás no sea exacta esta afirmación, y explico por qué. Pienso que sobran curas, cuando nos encontramos en la Iglesia curas que se dedican a hacer cosas que nada tiene que ver con ser sacerdotes, y que lejos está de que, lo que hacen, tenga alguna conexión directa con su ministerio. Probablemente le proporcione algún beneficio, le ocupe el tiempo, le sirva para tener unos ingresos económicos, o alguna otra razón personal, pero ajena al ministerio. Por eso, he pensado y sigo pensando, que sobran curas.
- ¿Qué pensarían ustedes si dijéramos que faltan cocineros, de ambos sexos, y resulta que muchos que han estudiado hostelería se estuvieran dedicando a barrer las calles? ¿Y si dijéramos que faltan médicos, y quien estudió y hasta se doctoró en alguna especialidad, se estuviera dedicando a cultivar el campo? ¿Se entiende lo que quiero decir?
- Me causan tristeza la gente, también católicos practicantes, que alaban a los sacerdotes porque hacen “grandes obras sociales” (en lenguaje de la lectura de hoy, “porque atienden maravillosamente bien, y personalmente, a las viudas”), pero que descuidan lo propio de su ministerio. De hecho, cuando llegas a algún lugar, y te hablan de algún cura que pasó por ahí, y que le recuerdan porque hizo tal o cual obra, algunos varias obras, pero ves que la comunidad no ha crecido en su fe, a mí me causa tristeza. No niego que haya sido una persona maravillosa, trabajadora, entregada y hasta santa, más que yo, por supuesto. Mi pregunta es: ¿Era necesario que se dedicara a eso? ¿Para eso estudió y se ordenó de sacerdote? ¿Para eso estudió varios años hostelería? ¿Para eso estudió medicina y hasta se doctoró?
- Hoy esta lectura, y no solo hoy, siempre que aparece, a mí me cuestiona y me interroga. Y a ustedes también. Me pregunto: ¿Estoy haciendo lo que tengo que hacer? Qué lindo que esta pregunta nos la hagamos cada tanto, incluso antes de que surjan los problemas. Y esto sirve para todos: curas, laicos; creyentes, ateos; padres, hijos; profesionales; grandes, chicos; solteros, casados, divorciados, viudos.
- El objetivo de nuestra vida es ser felices. Y la forma de serlo es cumpliendo nuestra misión en el mundo. Descubrámosla.
- Vamos a resumir en un DECÁLOGO:
1. No existe una vida sin problemas. Los problemas forman parte de la vida. No es necesario buscarlos, ya van a venir, o les provocarás tú, o te les crearán los demás.
2. No hay que evitar los problemas, porque es IMPOSIBLE, sino afrontarlos. Y la buena educación es la que ilumina el camino para que cada uno tenga elementos y criterios para resolver sus propios problemas.
3. Todo problema tiene más de una solución. BUSCA LA MEJOR.
4. Sigue el camino propuesto en la lectura de la Palabra de Dios de hoy: PIENSA, más aún, REFLEXIONA. Sin reflexión no hay felicidad, ni se encuentra la mejor solución. Recuerdo los tres pasos de la REFLEXIÓN:
a) Pensar.
b) Analizar.
c) Decidir lo mejor. Toma DECISIONES.
5. Comprueba que tu decisión es la adecuada, por los resultados que obtienes.
6. No esperes soluciones mágicas. No pidas a Dios que solucione tus problemas. Pídele a Dios luz para resolver tus problemas con la mejor solución.
7. Acuérdate siempre que todo problema en la vida tiene más de una solución. Si no tomaste la adecuada, toma otra.
8. Céntrate en la que es TU MISIÓN, y el mundo funcionará a la perfección. No quieras, ni pretendas hacerlo todo. Haz lo tuyo. Aprende de los órganos de tu cuerpo. Día y noche te están enseñando la lección.
9. Valora lo que haces y lo que hacen los demás. Todos somos igual de importantes, y desgraciadamente, eso no se mide en función del sueldo. ¿Habremos aprendido al menos esta lección de esta pandemia?
10. Dale gracias a Dios. “No se turbe vuestro corazón” Jn 14:1 Así comenzaba el Evangelio de hoy.
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