Luego de la suspensión debido a la crisis energética, se realiza la 20a. edición del encuentro musical correntino y del Mercosur
La Fiesta Nacional del Chamamé tuvo su revancha, tras ser suspendida el mes último, justo el mismo día de su comienzo. El problema había sido la crisis energética en la provincia. Y aunque la producción de esta edición, que tiene la particularidad de ser la número 20 y, además, estar dentro del marco de los festejos del Bicentenario, contaba con recursos propios para la realización, desde el gobierno provincial se tomó la decisión de postergar el encuentro chamamecero. Si se quiere, fue por sentido común; no se podía estar festejando mientras tanta gente estaba sin luz. Incluso, hasta la semana pasada hubo días de 47°C de sensación térmica y algunos cortes de energía.
Para el inicio de la Fiesta Nacional del Chamamé, a las 21 en punto, en el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola corría una brisa fresca y sobre el escenario Osvaldo Sosa Cordero comenzaban a desfilar los grupos y solistas.
En Corrientes, el chamamé parece ser de esas músicas folklóricas que todavía siguen sometidas a las rivalidades que tienen que ver con cuestiones estéticas. Cada cosa en su lugar. Hace poco culminó la 42a. edición del Festival del Chamamé Tradicional en Mburucuyá, donde sólo se puede subir a su escenario con formaciones instrumentales clásicas y teniendo al menos un disco grabado de música tradicional.
En cambio, el de Corrientes Capital acepta a todo tipo de artistas. En este caso, lo interesante de la propuesta es que se le pide al músico o al grupo (sin que esto llegue a ser una regla inapelable) que ofrezca un repertorio chamamecero. La sugerencia es interesante, especialmente para los intérpretes que no son del Litoral ni cultivan la música de esta región. Es así como se puede escuchar a una cantante como Soledad convertir uno de sus habituales shows en un set exclusivamente dedicado a la canción del Litoral, que fue muy bien recibido por el público; o a otra, como Liliana Herrero, que, si bien es entrerriana, transita la música por andariveles diferentes, de toda la Argentina y de países vecinos. Y ni que hablar de Ramona Galarza, la “novia del Paraná” que hizo deleitar a la concurrencia.
Otro que se lució fue Raúl Barboza, al frente de su impecable cuarteto. Cuando se escucha a músicos talentosos como éste o como la Herrero (e incluso el misionero Joselo Schuap, que no tiene un grupo detrás que suene tan sólido, pero su propuesta es muy interesante y va en constante crecimiento), se notan los altibajos que puede tener una programación con una docena y media de artistas programados en una misma noche.
La Fiesta Nacional del Chamamé tuvo su revancha, tras ser suspendida el mes último, justo el mismo día de su comienzo. El problema había sido la crisis energética en la provincia. Y aunque la producción de esta edición, que tiene la particularidad de ser la número 20 y, además, estar dentro del marco de los festejos del Bicentenario, contaba con recursos propios para la realización, desde el gobierno provincial se tomó la decisión de postergar el encuentro chamamecero. Si se quiere, fue por sentido común; no se podía estar festejando mientras tanta gente estaba sin luz. Incluso, hasta la semana pasada hubo días de 47°C de sensación térmica y algunos cortes de energía.
Para el inicio de la Fiesta Nacional del Chamamé, a las 21 en punto, en el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola corría una brisa fresca y sobre el escenario Osvaldo Sosa Cordero comenzaban a desfilar los grupos y solistas.
En Corrientes, el chamamé parece ser de esas músicas folklóricas que todavía siguen sometidas a las rivalidades que tienen que ver con cuestiones estéticas. Cada cosa en su lugar. Hace poco culminó la 42a. edición del Festival del Chamamé Tradicional en Mburucuyá, donde sólo se puede subir a su escenario con formaciones instrumentales clásicas y teniendo al menos un disco grabado de música tradicional.
En cambio, el de Corrientes Capital acepta a todo tipo de artistas. En este caso, lo interesante de la propuesta es que se le pide al músico o al grupo (sin que esto llegue a ser una regla inapelable) que ofrezca un repertorio chamamecero. La sugerencia es interesante, especialmente para los intérpretes que no son del Litoral ni cultivan la música de esta región. Es así como se puede escuchar a una cantante como Soledad convertir uno de sus habituales shows en un set exclusivamente dedicado a la canción del Litoral, que fue muy bien recibido por el público; o a otra, como Liliana Herrero, que, si bien es entrerriana, transita la música por andariveles diferentes, de toda la Argentina y de países vecinos. Y ni que hablar de Ramona Galarza, la “novia del Paraná” que hizo deleitar a la concurrencia.
Otro que se lució fue Raúl Barboza, al frente de su impecable cuarteto. Cuando se escucha a músicos talentosos como éste o como la Herrero (e incluso el misionero Joselo Schuap, que no tiene un grupo detrás que suene tan sólido, pero su propuesta es muy interesante y va en constante crecimiento), se notan los altibajos que puede tener una programación con una docena y media de artistas programados en una misma noche.
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