Páginas

miércoles, 3 de febrero de 2010

LOS CONTI: FAMILIA DE ARTISTAS

Unidos por el mutuo afecto y el amor al arte

En su atelier de Manhattan (Nueva York) o en otra tranquila callecita de tierra de Itatí (Corrientes), fecunda el genio creativo de Raúl Conti, afamado pintor, vinculado siempre a sus raíces afectivas correntinas. Junto a su esposa Edith, que escribe poemas y cuentos, legó una herencia indeleble a sus cinco hijos que alternan entre la pintura, la escultura y la música.


Raúl y Edith Conti no se toman vacaciones para pensar el arte próximo, a más de cincuenta años de iniciada la aventura, profesional luego, de pintar y moldear la vida en formato de lienzo o escultura, de dar y hacer poesía hasta trazar las líneas de un cuento que pudiera volar, en tan profundo espacio como el del corazón de sus cinco retoños.

Para esta familia de artistas, dispersos por el mundo, sus raíces afectivas están siempre unidas al tranquilizador pueblo de Itatí, tanto es así que, de incógnito y recurriendo a los servicios de una combi para el traslado, Raúl realiza frecuentes viajes al lugar para adquirir maderas con las cuales luego creará sus tallas.

Raúl Conti nació en otro pueblo pero cordobés, en Morteros, allá por el año 1931. “Sin notarlo me fui haciendo pintor”, dice el hombre que, al tomar contacto con el paisaje sintió que vivía y con esa vida, se bautizó artista. A los 20 años, los vientos del destino lo llevaron a Itatí. “En la década del 50” pintaba para comer y su estilo era impresionista. Hoy, más cerca del abstracto, sus trabajos se cotizan en moneda internacional y expone tanto en Estados Unidos como en Europa y la Argentina”.

Hubo en el repaso curricular, una primera exposición inaugural en 1954, en la sala del Museo Histórico de Corrientes “Teniente de Gobernador Manuel Cabral de Melo y Alpoín”. Como dato curioso, señala que el poeta itateño Juan Genaro González Vedoya descubre la veta artística de Conti, se contacta con el director del Museo, profesor Francisco Manzi y se organiza la muestra de acuarelas y óleos del pintor.

Su producción fue amplia entre el 40’ y el 50’. Pinta lo que ve y como lo siente. En la Escuela Normal de Maestras “Juan G. Pujol” se conserva un óleo sobre tela de gran formato, “Las lavanderas” es su nombre, data de 1951 y fue restaurado por el artista plástico José Mizdraji.

En Itatí vivía en lo que era el molino arrocero, en un terreno cedido por el intendente Félix Fariña. Frecuenta el hogar de Fariña como amigo y en cordiales tertulias conoce a su futura esposa, Edith, hija del dueño de casa, escritora y fundamento de su existencia.

Se forma entonces la familia Conti al engendrar cinco hijos y prima el amor al arte, cuando Miriam decide dedicarse a la música (es concertista de piano) y los varones, Miguel, Carlos, Raúl y Rubén, pasean su inspiración entre la pintura y la escultura.

Un puente aéreo, como estela fugaz deposita a la familia en Europa y luego en Nueva Jersey, Estados Unidos, sobre finales de la década del 70’. La inserción es difícil más no imposible; para 1979, definitivamente arman su hogar en Manhattan y Raúl descubre, en las calles de Nueva York, una nueva percepción para su arte.

“Trabajo ocho horas diarias, como lo hacen los obreros”, señaló en el 2005 cuando presentó su libro “Sesenta años de pinturas y esculturas”. Se lo dedicó a Edith, su compañera de siempre. Por aquel amor bendecido por la Itatí, vuelven ambos a sus calles, con sencillez de hornero. Han construido un nido más lejos de lo imaginado, pero las pequeñas ramas para armarlo, están acá, en este cielo.

Fuente: Diario El Litoral

No hay comentarios:

Publicar un comentario