La Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí se fundó oficialmente el 7 de diciembre de 1615, cuando gobernaba la región Hernando Arias de Saavedra quien había encomendado la empresa al Padre Fray Luís de Bolaños.
El pueblo de indios de Itatí surgió al oeste de su actual emplazamiento, aguas abajo, en el lugar que desde 1618 más o menos pasó a conocerse como TABACUÉ (taba = pueblo; cué = viejo), coincidiendo con lo que sería el “Puerto de Santa Ana” en las “Cacerías de Yaguarón”, lugar en el que se hallaban aún hacia 1940 los cimientos de la ermita de Bolaños.
Entre 1618 y 1619, por causas diversas, la Reducción se trasladó a su emplazamiento actual bajo el Curato de Fray Juan de Gamarra. Desde entonces comenzaron a manifestarse los primeros informes documentados por la población en los testimonios de visitantes oficiales. Itatí se proyectaba como próspera reducción franciscana, con un sistema comunitario, un cabildo indígena, talleres de herrería, carpintería, fábrica de ladrillos, tejas, adobes y utensilios de cerámica hechos con la buena arcilla (ñaú) de su suelo. Tuvo escuela de primeras letra en 1871, su coro indígena actuaba en celebraciones religiosas y en las de la Ciudad de Corrientes, amenizando festejos y conmemoraciones.
Artesanos, ceramistas, albañiles, tallistas dejaron su impronta en piezas de valía cuyos testimonios integran actualmente el patrimonio artístico latinoamericano en la música, Julián Atirabú, en la pintura Cuviricus, en el Cabildo Mariano Pachué, en la administración Juan Antonio Güerí, aborígenes todos, son algunos de los testimonios de la promoción del indígena reducido por los franciscanos.
Ocho estancias sostenían la economía comunitaria que regía su Cabildo Indígena subalterno del Cabildo de Españoles, de Corrientes, cuya presencia ya fue documentada en 1637.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX perduraron los viejos apellidos aborígenes de la Reducción: Canindeyú, Ararí, Pachué, Güerí, Guaecoretá, Cuyuá, Guay. Sin embargo la modalidad anticolonial procuraron a mediados del siglo XIX que se españolizaran los apellidos indígenas de igual forma que en los principales centros urbanos el idioma guaraní se ocultaba o desplazaba, prohibiéndose su hablado. Esto se percibe perfectamente cuando se realizó una investigación en el archivo parroquial del Santuario de Nuestra Señora de Itatí que se inicia en 1743 y es el segundo conservado más antiguo en su género, en la región.
Por testimonios de sus visitantes, la Reducción Franciscana de Itatí ofrecía un singular trazado urbano en cuadrícula, con una arquitectura de jerarquía. Todas las casas estaban edificadas sólidamente con ladrillos, piedras y adobes, techos de tejas españolas, corredores, quedando como testimonio de entonces la Casa Güerí (s. XVIII), Monumento Histórico Provincial y Nacional. En su antigua iglesia (1811) sobresalen muros originales, puertas y rejas del siglo XVIII y un excelente conjunto de piezas muebles, talladas en un barroco mestizo siendo la más antigua la propia Imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, y la pila bautismal de piedra, del año 1765.
En 1825, la Cámara de Representantes de la Provincia disolvió el sistema comunitario de las Reducciones Franciscanas y selló su decadencia. Itatí no ajeno a esto decayó también al perder autonomía y al disolverse su organización que la había convertido en la mayor prueba de la labor evangélica de los franciscanos en la región.
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