Por Almafuerte
Hay una actividad que bien han querido mantenerla reservada, que no está en el programa de festejos, y que los medios ni las entrevistas obsecuentes han reflejado, pero es un acontecimiento que involucra al mayor símbolo de la religiosidad, no sólo de Itatí sino de la Argentina y hasta donde llegue su devoción.
El 8 de julio se realizará la vestición de la Imagen auténtica de Nuestra Señora de Itatí, que tendrá el carácter de “privado” pero del que participarán cinco integrantes por cada grupo y asociación parroquial. Esta ceremonia siempre fue privada a cargo de las camareras, destacadas damas de la sociedad itateña.
El dato alarmante es que nuevamente la Santa Imagen de la Virgen de Itatí será descendida de su trono para realizar el cambio del ropaje. Este hecho pone en grave riesgo la integridad de la talla de madera, que como sabemos el cuerpo es de timbó y el rostro de nogal, ¡de más de 400 años!
La vestición de la Virgen siempre se realizó en el mismo trono en la Basílica; las camareras tomaban todos los recaudos para cambiarle el vestuario sin mover a la Patrona de su lugar.
Esta modalidad de bajar a la Imagen Taumaturga de su trono, se ha tornado más común en estos últimos 6 años, en que sin medir las consecuencias se ha incurrido repetidas veces en este acto “irresponsable”.
Otro dato es que la corona imperial, con la que fue coronada el 16 de julio de 1900, se halla desoldada en la parte de la aureola que posee las doce estrellas.
En esta oportunidad se la vestirá con un nuevo manto y vestido y una nueva peluca confeccionada con cabellos de una niña itateña.
En 1980, la Academia Nacional de Bellas Artes realizó el primer informe técnico sobre la Efigie de Nuestra Señora de Itatí, el mismo concluye diciendo que es de madera tallada con policromía moderna, altura máxima de 126 centímetros, del siglo XVII.
Los especialistas en materia de conservación manifiestan: “es evidente que muchas de las imágenes devocionales, están sometidas a frecuentes situaciones de riesgo y es necesario mentalizar, a los responsables de su cuidado, acerca de la necesidad de combinar el culto con unas mayores medidas de seguridad”.
Sin lugar a dudas, las más altas autoridades eclesiásticas deben velar por la seguridad de la Sagrada Imagen cuatricentenaria, que junto a la Cruz de los Milagros son las dos grandes devociones de los correntinos católicos.
La tradición de la vestición
Desde el siglo XVIII, según tradición española, y tal como ocurre con la mayor parte de las imágenes que se veneran en la Argentina, a la Virgen de Itatí se la revistió con ropas de seda bordada en hilos de plata y oro, se le colocaron aros y un pectoral de fina labor en el que se han reunido armoniosamente varias piezas de oro, plata y piedras preciosas donadas por los fieles.
la Imagen es vestida por las camareras de la Virgen, actualmente es la señora Lilian Marcomini de Niella, junto a su equipo de ayudantes. Durante mucho tiempo correspondió esta distinción a doña Clotilde Niella de Azcoaga. Fueron “Camareras de la Virgen” desde el siglo XIX: María de los Angeles Vallejos de Niella (1858-1950); Juana Bonastre de Vallejos (1875-1935) y Juana Paula Vallejos (1895-1952).
La corona original fue construida en París, por un afamado joyero, Froment Maurice, que hizo también la vajilla de plata del rey Alfonso XIII de España. Pertenece al estilo de las coronas imperiales del Renacimiento. Es de oro cincelado y burilado con amatistas y ágatas engarzadas, rematada en aureola con doce estrellas. Esta corona es la de la coronación de 1.900 y recoronación de 1.908, que luce en los días de grandes festividades, mientras que para el resto del año cuenta con otras dos coronas. Complementando la iconografía de la Inmaculada Concepción, a sus pies se ha colocado la media luna labrada en plata y oro.
El 16 de julio del año 1.900 la Imagen de Nuestra Señora de Itatí fue coronada solemnemente en el atrio de la Iglesia de la Santísima Cruz de los Milagros en la ciudad de Corrientes, por el delegado del Papa León XIII, monseñor Rosendo de la Lastra y Gordillo, Obispo de Paraná, acto trascendente que por años constituyó el evento más importante de toda la Provincia.
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