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martes, 26 de septiembre de 2017

Sentido recuerdo de un auténtico “pueblero de allá ité”

Una nota publicada por el diario El Litoral el 16 de julio de 2005.


“La gente de mi pueblo me colmó de sentimientos que después fueron canción”, dice Pocho. En íntima charla con El Litoral al cobijo de la nostalgia, los años forjadores de sueños nombran personajes para los que el tiempo se resumía en la pausa de un saludo al caer la tarde. El día de la Viergen de Itatí amanece con la palabra del poeta que nació en Yacareí.

En vísperas del día de la Virgen de Itatí que se celebra hoy, El Litoral dialogó con el músico, compositor, poeta e historiador Pocho Roch, nacido en el Paraje Yacareí (“agua de los yacarés” en idioma guaraní), lugar en el que vivió hasta los 8 años de edad para luego trasladarse al pueblo de Itatí, donde transcurrió su segunda infancia y adolescencia.

El mediodía nace en recuerdos cuando la claridad de la mirada de Pocho, evoca aquel tiempo donde la gente, su gente, regalaba el repetido saludo de donde, casi con seguridad, nacieron sus primeros versos.

“En un pueblo pequeño, existe la posibilidad de encontrarse con la misma persona en más de una ocasión al día. Y uno va acomodando la palabra al respetuoso modo de identificar el paso frente a la casa del vecino que reposa la tarde de sus sueños en una quieta silla de madera y paja”

“Me pasaba que el simple gesto del saludo daba paso a la imaginación y nacía una rima que luego se hacía verso, casi sin querer, como suceden todas las cosas que creemos casuales”, dice Pocho.

En la fecha se agolpan las situaciones que evocan una nostálgica retrospectiva hacia los años de la década del ‘40 cuando su abuelo Francisco lo llevaba de la mano a la antigua parroquia (donde actualmente funciona el museo) para entonar los cánticos gregorianos con la promesa de las películas de “Tarzán” los domingos por la noche.

“En casa de mi abuelo Francisco vivió y allí falleció el Padre Esteban Bajac, autor del Himno y de la Oración a la Virgen de Itatí. El escribió en el año 1945 el libro “La Virgen de Itatí. Reina de la Civilización en la Cuenca del Río de la Plata”, que ahora el profesor Eduardo Rial Seijó reedita en tres tomos de valiosa documentación”, explica mientras enseña el ajado ejemplar que con dedicatoria de Bajac integra su biblioteca, un verdadero acopio de material investigativo que Pocho Roch pretende legar a su hija.

“La vida de campo se diferencia de la del pueblo porque en el campo todo transcurre alrededor del estero. Allí la gente lava su ropa, da de beber al ganado y naturalmente sacia su sed en el mismo sitio con un agua que es más seca que el agua del pueblo, donde las tinajas contienen la frescura del río y su dulzor”.

En el caso de un pueblo como Itatí, la actividad se circunscribe a la vida religiosa con la Basílica de la Virgen como punto convergente. Estas peregrinaciones que caracterizan la festividad del mes de julio, datan de 1618 y la historia habla de carretas enormes tiradas por 6 bueyes con otros 6 de remudas para cruzar los bañados. La multitud que avanzaba en fila, lo hacía más que nada en grupo para evitar el asalto de los bandidos que acechaban el paso de los peregrinos”.

Casado con María Alicia (“Marilí”, experta en elaborar licores regionales con la fruta del ñangapirí, guapurú, yataí), el compositor fue merecedor del título de Doctor Honoris Causa que la Universidad Nacional del Nordeste le otorgó en el año 2001.

En el año 1972 junto a su amigo y compoblano, el poeta Juan Genaro “Cacho” González Vedoya, estrenó en la plaza principal del pueblo de la Madre Morena de Itatí la obra “La gente de mi pueblo”, en la que los protagonistas fueron los personajes que contribuyeron a acrecentar su sensibilidad con la simpleza de un sencillo trabajo que en la jornada emprendían con orgullosa presencia de imprescindible continuidad. Así “Sinecio, el barrilero”, “Nati, el campanero” “Miguelito, el farolero” y don “Delfino Maidana, el pescador”, ubicados en la primera fila de una expectante platea, escucharon su historia hecha música.

Mientras el relato transcurre, Pocho acerca una planilla que acaba de recibir de Sadaic, donde consta que “Pueblero de alla ité”, el tema que con letra y música de su autor recorre el mundo, va Alemania, España, Japón y lejanos puntos donde la tibieza de un paisaje itateño se mezcla con la candidez de la gente de manos abiertas.

“La letra evoca el pueblo de allá lejos (ité) donde la noche poriajhú (pobre) no tiene penas. Donde mi infancia, fue aprendiendo de la gente, su sencillez y el saludo igual de siempre...y cada momento que marcaba el nacimiento expresivo de un estado de ánimo tan arraigado en el transcurrir de las cosas nuestras”.

“Dice más adelante que ‘la tarde tiene un frío de lapachos‘. A mi se me ocurre que las flores del lapacho son como los labios del invierno del pago. Cuando florece el lapacho, el monte tiene los labios de color rozado y se junta el atardecer con el horizonte de labios color rojizo y comienza la “la alegría del cielo” que es el nombre ancestral de la primavera”.

“Y sucede que al decir “caú el verano se retuerce de espinillos”, la letra marca la comparación del gaucho cuando va a pegar un sapukay y se dobla para tomar impulso y lanzar el grito, tal como los espinos acariciados por el viento del monte”.

“El ser humano es un manojo de nostalgias”, dice Pocho mientras recorre el tiempo presente con el fondo musical de una experiencia que lo acercó a los chicos de toda la provincia a través del programa Taragüi Haihú (querer a Corrientes). “Andamos el camino de la vida y aquello que vivimos se va convirtiendo en recuerdo, por eso el goce del alma buena”.

“Mi nostalgia de Itatí habla de una niñez hermosa con seres que me llenaron de afecto. Allí aprendí a sentir hasta el aroma de cada rinconcito del campo, de cada tajamar, del estero, de los camalotales. Las noches de luna iba a pescar y me ponía arriba de la piedra más adentrada en el río y me encantaba encontrarme solo con mi fantasía. Entonces nacían melodías y se me ocurría que a mi silbido lo acompañaba una gran orquesta”, emociona en el racconto del pasado donde las calles de su pueblo acortaban distancias en las palabras.

“Maleta tuichá” fue mi primer chamamé grabado en Tokio y tuve la suerte de acceder a grandes sellos discográficos como Emi Odeón y CBS, que ubicaron mi producción a nivel internacional”.

“Ahora preparo un regalo para la Virgen Madre y es un tema que titulé “Itatí” y al que estoy musicalizando con la colaboración de Martín Rodríguez. Además, el padre Julián Zini me comprometió a musicalizar la oración de la Virgen, que seguramente será estrenada por Edgardo Giorda, un excelente intérprete que me acompaña desde hace años y que ya fue la voz cantante del Himno del Congreso Nacional Eucarístico, del que también soy autor”.

Hoy que el pueblo congrega su cristiandad de profunda fe católica a los pies de la Madre de Itatí, Pocho Roch inclina su devoción y persigna el verso aquel que nombra a la “Virgen que dulce sonrió a su gente de hablar guaraní”.

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