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sábado, 17 de enero de 2015

SEGUNDO DOMINGO DURANTE EL AÑO

Primera lectura: 1 Samuel 3,3b-10.l9; Segunda lectura: 1 Cor 6,13c15a.17-20; Evangelio: San Juan 1,35-42.


El domingo pasado, celebrábamos la fiesta del Bautismo del Señor, donde el Padre nos confirmaba "este es mi Hijo amado, escúchenlo".

La Palabra de este domingo, nos llama a escuchar, adorar y seguir a Jesucristo. Esta tarea en este momento a nivel mundial, la realiza el Papa Francisco en su viaje apostólico a Sri Lanka y a Filipinas.

A nivel local, un grupo de jóvenes visitó los hogares de la periferia de Itatí. Pero ya sea con el Papa o estos jóvenes, todos debemos sentirnos y ser "misioneros" de la Palabra del Padre, debemos acompañar estas dos acciones con el cariño, y la oración que nunca debe de faltar.

En la primera lectura, Dios se muestra hablando, la respuesta por varias veces es "Aquí estoy, porque me has llamado". A Samuel, le costó descubrir que era el Señor el que le hablaba. A nosotros sumergidos en tantos problemas también nos cuesta descubrir esa voz amorosa. Porque Dios únicamente habla con y en el amor, Él no cesa de buscarnos, somos nosotros quienes le "escapamos", pero Él sigue llamando.

San Pablo en la segunda lectura nos dice “Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos, templo del Espíritu Santo”.

San Juan con su hermano Andrés están con el Bautista, ven pasar a Jesús y Juan les dice "Ese es el verdadero Cordero de Dios que viene a quitar los pecados del mundo". Al escucharlo los dos hermanos Juan y Andrés se van detrás de Jesús, y ya nunca olvidarán ese encuentro que los marcó profundamente. Es que nadie puede conocer a Jesús sin quedar prendado de su persona.

San Agustín, exclamó ¡Señor Jesús que te conozca!, muchas veces cantamos “Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre”, como el joven Samuel. Dios permita que en este breve paso por la vida estemos atentos para encontrar al Señor. Él no nos obliga, simplemente nos invita a seguirlo porque en Él está la paz, alegría, reposo total. Al primero que encontró fue a Simón es decir Pedro, y dijo " Hemos encontrado al Señor, al Mesías".

Es muy cierto que nos toca vivir una sociedad problemática y complicada, pero también es cierto que "nos dejamos absorber" y dejamos en último lugar a lo que debe ser primero: Jesús. La insatisfacción, el desaliento vienen de esto, nos falta a Jesús, llamado el Hijo de Dios, el Amado del Padre que nos acompaña incesantemente.

La tarde del domingo de Pascua los discípulos caminaban hacia Emaús, tan desolados y metidos en su problema, que no se daban cuenta que el Resucitado estaba a su lado, una calcomanía perfecta de lo que nos suele ocurrir a nosotros. Estamos tan metidos en nuestra problemática que no descubrimos a este Jesús cargado de misericordia que está al lado, es decir dentro de nosotros.

En definitiva, tanto el Papa en Asia, como los jóvenes en Itatí están gritando: “Vean al Señor”.


Agradezcamos a Dios, los mensajes de unidad que el Papa está dejando en Sri Lanka y Filipinas, mensaje de unidad como Jesucristo lo quiere y lo pide: "Padre que todos sean uno, como Tú y Yo somos uno". Son muy claras las palabras del Francisco, respetemos la manera de pensar y creer de cada uno, respetémonos y no haya agresiones inútiles.

Todos en conciencia estamos llamados a fomentar la paz y unidad. Agregamos una inmensa gratitud a los jóvenes que han caminado la periferia de Itatí, con mucho calor, y lluvia llevando la Palabra de Jesús, la paz a las familias, el entendimiento y la comida.

San Juan Bosco decía "para que la palabra sea entendida, primero denles de comer, el padre Feliciano con el Diácono Fernando los han acompañado, nosotros con la fuerza de la oración.

Señor Jesús, Tú nos amas, no permitas que nos atrape la pereza espiritual, te pedimos nos hagas ágiles para encontrarte.

Señor, Tú estás, nosotros te necesitamos, danos la gracia por favor de verte, en el pobre, el hambriento, el desposeído, en la familia, padres y hermanos, amigos y compañeros.

Ayúdanos a descubrir algo que sabemos, pero que no queremos entender, que sólo una vez pasamos en la historia.

"Dios que ese paso sea fecundo para todos".

(Colaboración de padre José Quintana Peña fdp)

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