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domingo, 17 de octubre de 2010

JUAN GENARO GONZÁLEZ VEDOYA, SEÑOR DE LAS LETRAS Y EDUCADOR DE LOS CLAUSTROS

Juan Genaro González Vedoya

Educador, Escritor, Poeta

1902-1960


El Centro Cultural Itateño "Fray Juan Nepomuceno Alegre" lo recuerda, rindiendo homenaje a su memoria y rogando por su Alma, al haberse cumplido el 16 de octubre último, el Cincuentenario de su Fallecimiento.
Sus restos descansan en el histórico Cementerio Franciscano de Itatí, junto a sus mayores.



Señor de las Letras y Educador de los Claustros

“Tenía plurales condiciones para la poesía, para la que estaba magníficamente dotado”, escribe Gaspar Bonastre en sus Crónicas Memorables del Viejo Itatí, refiriéndose a la figura de Juan Genaro González Vedoya, Señor de las Letras y Educador de los Claustros.

Nacido en 1902 en cuna patricia que hunde sus raíces en lo mas recóndito de la historia correntina, señálese a modo de prueba y ejemplo que era tataranieto de la Patricia de la Independencia Nacional, Dolores Vedoya de Molina, uno de los referentes de su decantada y rancia genealogía, como que el Gobernador Juan Ramón Vidal, era primo hermano de su padre José Ignacio González Molina, situación esta que no atemperó los momentos de obligada austeridad y pobreza a que en determinados años fue sumida su propia familia.

Educado en la Escuela Parroquial de Varones bajo la férrea mirada de los Monjes Benedictinos, verdaderos mentores en Itatí de esta Institución, Juan Genaro fue enviado luego a proseguir sus estudios superiores en la Escuela Normal de Profesores -la ya casi mítica Escuela Regional- de la que egresó como Maestro Normal Nacional en tiempos de un magisterio normalista referente de solidez cultural y prestigio académico, conforme el proyecto de país de entonces, así lo exigía.

“Distinguido cultor de las bellas artes -dice Gaspar Bonastre- desde temprano las letras y la educación llenaron su vida y mostraron un espíritu selecto en el dominio del idioma y la cultura. “Escribía una prosa de singular buen gusto”, su pluma parecía traslucir “profundidad de pensamiento y solidez en las ideas”, a mas de la delicada elocuencia de su oratoria que lo contó entre los mas destacados de su tiempo.

Se dice que Juan Genaro González Vedoya fue Maestro no solo por el título que poseyó desde sus años mozos y lo acompañó al misterio insondable de la muerte, para siempre, sino por la natural gravitación que emanaba de su persona siendo el ámbito de ello, la Escuela Nacional Nº 276 en la que revistó como Maestro primero y Director después, a la que ofrendó la letra de su propio Himno, versos a los que el Compositor Amleto Alfredo Viola puso acertada música.

Estudió, valoró y conoció la labor de los grandes educadores sintiendo particular aprecio y admiración por la figura de Sarmiento cuyo homenaje en Itatí encabezó el 11 de Septiembre de 1938 al cumplirse el cincuentenario del fallecimiento del gran sanjuanino. Co-fundador y miembro destacado de la “Sociedad Magisterio del Norte”, una organización docente que reunía a los maestros normales nacionales de su tiempo, a fines de los años treinta, González Vedoya que conocía y amaba la historia de Corrientes tanto como que admiraba la de su Patria, fue al mismo tiempo conferencista, publicista y Miembro de la Asociación Sanmartiniana de Corrientes, como prueba fiel de su creencia en que los próceres están para guiar a la civilidad con el ejemplo de sus acciones pasadas que la Historia, y solo ésta, rescata y reaviva. Por ello, su Conferencia Magistral sobre “El Holocausto Correntino” dictada en 1939 en ocasión del Centenario de la Batalla de Pago Largo, fue publicada a modo de opúsculo en los Talleres de “El Mensajero de Nuestra Señora de Itatí”.

Corresponsal de “LA NACION”, lo que era ya mucho decir para su medio y su época, y en tiempos en que el diario de los Mitre, como “LA PRENSA” tenía no pocos lectores entre la gente de pro de Itatí, cúpole en 1940 realizar, en las páginas de La Nación, una encendida defensa de la figura del Cnel. Manuel Antonio Vallejos (a “EL PAJARO”) cuando su tumba resultó profanada con conocimiento del propio Municipio local, obligando a este a realizar un acto público de desagravio a la figura del militar colocando sus restos en un sitio de referencia en el mismo cementerio franciscano del pueblo. Sitio que constituye una referencia en este cementerio que acoge otras tumbas ilustres como las del Historiador Valerio Bonastre, el Pbro. Esteban Bajac, el Tte. Cnel. Joaquín Vallejos, la Educadora Balbina Niella, a quien González Vedoya dedicara en la porteña “Revista de Instrucción Primaria” de septiembre de 1930, su insuperable IN MEMORIAM.

De conversación amena y atrayente verbo, decían quienes conocieron a Juan Genaro González Vedoya, que su poesía resultó influenciada sensiblemente por Amado Nervo y Rubén Darío y aunque breve en producción conocida, desperdigada en diarios y revistas ésta sólo se difundió y valoró en su total dimensión en la obra póstuma “Íntima”, del año 1972, recogida oportunamente por su familia cuando ya había sido considerado, aunque modestamente, como uno de los referentes literarios de la Generación del 40. De hecho, así lo rescata David Martínez en su antología de la poesía correntina, de 1981, en tanto que Alfredo Mariano García cree hallar en su estampa un influjo de tremenda presencia. “Debo mi escuela literaria a Bajac y a González Vedoya, ambos eran rígidos cultores de las formas…” destacara el poeta itatiano radicado en EEUU desde los años cincuenta y cuya memoria no olvida en su propia obra.

Propulsor del teatro en Itatí, de lo que lamentablemente no ha quedado mayor memoria, González Vedoya hallará para su persona el reconocimiento que venza los límites naturales de la aldea, como pasa casi siempre, luego de muerto. En su “Antología de Bolsillo”, así lo destacaba en los años setenta la periodista Sara Velar de Gauna. “Escasas en número pero de singular encanto”, la poesía de González Vedoya se expande en el tiempo y lo pintan tal cual fue, decía Gaspar Bonastre. Se afirma además que nunca la tomó como “una actividad vertebral de su vida, sino a guisa de amable ejercicio del espíritu”. González Vedoya fue poeta, pero más fue maestro y por sobre todo un ciudadano comprometido con su medio como un hombre de letras, de sólida cultura manifiesta en cada palabra de su lírica o de su prosa. Como visionario que resultó ser, fue uno de los primeros en valorar las incipientes acuarelas, los impresionistas óleos de un joven Raúl Conti que en los años cincuenta pintaba en Itatí por casi nada, apenas para sobrevivir, prehistoria esta de uno de los plásticos de hoy, fama internacional y como que González Vedoya lo entendió así, logró organizar lo que fue la primera muestra colectiva de Conti en el mismo Museo Histórico y de Bellas Artes de Corrientes hacia 1954 con el apoyo de Francisco Manzi, Director del Museo, y otra de las figuras principalísimas de la cultura correntina de entonces.

El 16 de Octubre de 1960, en el mismo año del sesquicentenario de la Patria que González Vedoya amaba porque le era suya desde antes (Victoria Ocampo dijo cierta vez que era argentina de tantas generaciones que se olvidaba de proclamarlo a cada momento, y tal vez González Vedoya la entendía de igual forma y a su modo) eclosionó el temprano como sorpresivo ataque precipitando el fin prematuro del Maestro. Desde lejos, llorólo en su elegido exilio neoyorkino, Alfredo Mariano García y así lo reflejó en sus posteriores libros. Lo despidió emotivamente Gaspar Bonastre y reiterólo en Conferencias y libros de su pluma. Sus amigos Félix Gervasoni, Huberto García Martínez colocaron en su tumba una austera placa de memoria permanente en acto público, en el histórico cementerio itatiano, de esos que en Itatí se hacían en tiempos en que el pueblo aun no se había peligrosamente desbarrancado de su propia identidad. Esa tumba de mármol blanco que Juan Genaro González Vedoya comparte con Da. Juana Vispo, su esposa, educadora como él, Directora de la Escuela Nacional como él, y co-fundadora de la Escuela Normal de Itatí, está hoy lacerada, luce abandonada y dos profundas grietas como los agujeros negros que devoran estrellas de la galaxia, están devorando peligrosamente la memoria perdida de este Señor de las letras amenazando con un deterioro irremediable para con los restos que cobija. La figura de González Vedoya, amerita, como ante el señalaba sobre los despojos del Coronel Vallejos, el rescate de su tumba, que es su único monumento, y la salvedad de su estampa cuyo nombre y figura impuestos en la galería de los hombres cultos de Corrientes, lleva una modesta calle de su pueblo natal.

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