Una editorial del periodista Daniel Caram, en Corrientes Hoy, se aviene bien a la realidad que también se vive en Itatí, con las largas colas en el banco. Jubilados que están desde las 3 de la mañana para obtener un número y esperar nuevamente para ser atendidos.
LA IRRESPETUOSA MANERA DE JUGAR CON LA GENTE
POR DANIEL CARAM
Da bronca. Más aún cuando nadie parece escuchar el reclamo de quienes tienen poco, y eso poco se le niega por la simple nación de ser pobres. Entonces, cuando uno ve amontonada a la gente en las puertas de los bancos (cada mes) no hace más que aumentar su indignación contra quienes supuestamente manejan y/o administran las entidades bancarias. Muchos responsables para ninguna respuesta. Y entonces surgen los planteos conocidos: que faltan cajas, que sobran planes, que hay mas necesidad, que pueden ir más temprano. Todos los argumentos caen en saco roto ante la irresponsable actitud de quienes evidentemente les importa un bledo la dignidad del ciudadano.
Vale no cargar contra cajeros, policías, inspectores, y todos los trabajadores que (con sueldos un poquito más alto) solo cumplen órdenes. Es tan obvio que hay responsables como la cantidad de gente que se ve cada mes. Y es tan obvio que debe haber una salida, como el pensar que solo se debe alquilar un local más grande.
No busco apuntar nombres. Ni pretendo analizar si son realmente necesarios los beneficios que se pagan. Pero están, y el estado (en el estamento que fuere) debe garantizarles una respuesta, una salida.
La gente sin trabajo formal, hoy con un plan social, no tiene la culpa de una política de estado que los olvidó décadas atrás dejándolos en el más de los indignos de los hechos: sin trabajo, sin futuro.
Y resulta que ellos, víctimas absolutas de la inoperancia, hoy deben sufrir y parir para que se les pague unos pocos billetes.
No se entiende. Ni se puede aceptar.
Sigan dejando que hayan colas, que la gente humilde suplique por lo suyo. Sigan así, entonces aumentará el concepto ya instalado sobre que a muchos de los que están cerca del poder les conviene que sigan en ese estado: olvidados y necesitados.
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