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domingo, 20 de mayo de 2012

EL PEQUEÑO COTTOLENGO DON ORIONE DE ITATÍ

Bajo la protección de la Madre de Dios, el Pequeño Cottolengo de Itatí ha venido señalando desde su fundación, el 20 de mayo de 1968, importantes progresos en el beneficio de los desamparados que franquean sus puertas, siempre abiertas. 


Se encuentra en la manzana adyacente a la plaza, con su acceso por la calle Obispo Niella, pero el edificio ocupa además todo el frente de la avenida 25 de Mayo y un sector de la calle Roque González de Santa Cruz. 

En el año 1950 fue bendecida la piedra fundamental del edificio. Cristalizaba así un ferviente anhelo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, de hacer surgir en la inmediata vecindad del Santuario de la Santísima Virgen de Itatí, una obra de gran contenido social que se ocupara de atender y brindar fraternal asilo a los pobres y enfermos más desamparados de esta zona de nuestro territorio. 

Larga pero sin desfallecimientos, fue la espera soportada hasta que la obra comenzó a tener visos de realidad. Fue en el mes de junio de 1965, cuando se inició la construcción de los cimientos del edificio. 

Fue inaugurado el 20 de mayo de 1968, para recibir con amor a los primeros necesitados. 

Desde su fundación, la Institución ha hecho importantes progresos en beneficios de los desamparados que franquean sus puertas, siempre abiertas. 

El 22 de mayo de 1984 se fundó el Instituto Especial “Don Orione”, por iniciativa del padre Carlos Mora, siendo su primera directora la señora Graciela Roch de Genghammer. 

AL SERVICIO DE LOS POBRES Y DESAMPARADOS 
La imagen de Nuestra señora de Itatí sobre la cúpula del Santuario puede ser vista desde el patio interior del Pequeño Cottolengo Don Orione, dándoles la razón a aquella sentencia de nuestro “Martín Fierro” cuando dice que “quien a buen árbol se arrima, buena sombra cobija”. 


Bajo la protección de la Madre de Dios, la obra del Cottolengo de Itatí significa para quienes trasponen sus puertas siempre abiertas, la posibilidad de recibir amor y atención para alcanzar el máximo de progreso como personas, como hijos del Padre de la Vida. 

En su obra diaria, el Cottolengo atiende a una comunidad de residentes –hombres y mujeres- con discapacidades que van desde el retraso mental de grado moderado hasta aquellas más severas que implican trastornos en el desarrollo de la personalidad con problemas motrices y sensoriales. 

En su mayor parte se trata de personas abandonadas o provenientes de familias con escasos recursos económicos.

Imágenes de la construcción del Cottolengo





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