En la homilía pronunciada en la misa por los 50 años del Cottolengo, el arzobispo de Corrientes se refirió a la situación de precariedad de los puesteros de la vía pública, ubicados detrás del paredón del Cottolengo y que “se extiende todo alrededor”, manifestó.
La imagen de la Virgen peregrina, para ingresar al predio del Cottolengo, debió ser trasladada por el paseo de puesteros que el arzobispo hizo referencia en su homilía. |
En un tramo de la homilía de la Misa por el 50° aniversario del Pequeño Cottolengo Don Orione de Itatí, el arzobispo manifestó “esta mañana cuando vine y vi lo que hay detrás”, en referencia a los puesteros ubicados sobre la vereda lateral del Cottolengo, "los que son de acá están habituados, acostumbrados e insensibles, como yo también después de 10 años. Cuando bajaba por ese camino recordaba lo hay detrás de ese paredón, que no se viene abajo por milagro porque está desde el otro lado totalmente ocupado por familias itateñas que tratan de salir adelante como pueden”.
Y continuó “pero tenemos que mirar de frente esa realidad también, esa que se extiende todo alrededor, y no significa precisamente dignidad de esta comunidad, no solo de ésta, porque la responsabilidad de estas situaciones precarias, sumamente precarias y además expuestas a muchísimos riesgos, basta con ver los cables, pero es bueno decirlo, porque el responsable no es sólo el vicegobernador o el intendente, cada uno tenemos nuestra responsabilidad, al menos a nivel de complicidad”.
“Yo si lo digo acá no me desentiendo, todo somos responsables, cada uno en el nivel de capacidad o en el nivel de responsabilidad que le corresponde, pongo un ejemplo porque se nos cae encima, además nos ponen de espaldas por las dudas para que no los veamos, dicho sea de paso”, enfatizó.
“Son cosas que debemos mirarlas de frente, en la medida que la miramos de frente podremos resolverlas. Podemos salir de la insensibilidad y del acostumbramiento que tenemos de las cosas negativas con las cuales convivimos”.
“La persona, el ser humano tiene una capacidad increíble de hacerse insensible al dolor, es increíble. Ya no lo sentimos ni lo vemos, hasta que un golpe en la vida nos hace tomar conciencia”.
“Ojalá que estos 50 años también nos ayuden a abrir los ojos, para poner en acción, en definitiva lo único que vale la pena en la vida que es amar, es decir hacernos cargo de todos, del otro y hacernos cargo de los problemas para ayudarnos unos a otros y ayudarnos juntos a resolverlo. Esto es un ejemplo solamente porque lo tenemos encima”.
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