El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, consideró que “hay que detenerse y prestar cuidadosa atención a la señal de la Navidad: es tan pequeña y frágil, que nuestra insensata omnipotencia descuida y pasa por alto. Sin embargo, allí, en ‘la misericordiosa ternura de nuestro Dios’ está la fortaleza para no caer en la tentación”. “Dejemos que esa ternura nos toque el corazón y ablande las durezas que nos encierran en nosotros mismos, nos hacen insensibles a Dios y distraídos ante la indefensión y la pobreza que viven tantos hermanos nuestros. Para que esto no suceda, se necesita mucho más que una reunión, un brindis y algunos cohetes”, subrayó en su mensaje navideño. Por lo que llamó a hacerle “un lugar para Dios Niño en nuestro corazón y en la mesa familiar, en nuestra convivencia social y en el servicio de la función pública”.viernes, 25 de diciembre de 2009
Que la ternura del pesebre ablande las durezas del corazón
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, consideró que “hay que detenerse y prestar cuidadosa atención a la señal de la Navidad: es tan pequeña y frágil, que nuestra insensata omnipotencia descuida y pasa por alto. Sin embargo, allí, en ‘la misericordiosa ternura de nuestro Dios’ está la fortaleza para no caer en la tentación”. “Dejemos que esa ternura nos toque el corazón y ablande las durezas que nos encierran en nosotros mismos, nos hacen insensibles a Dios y distraídos ante la indefensión y la pobreza que viven tantos hermanos nuestros. Para que esto no suceda, se necesita mucho más que una reunión, un brindis y algunos cohetes”, subrayó en su mensaje navideño. Por lo que llamó a hacerle “un lugar para Dios Niño en nuestro corazón y en la mesa familiar, en nuestra convivencia social y en el servicio de la función pública”.
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