El 6 de enero celebramos la muy nombrada "fiesta de Reyes", en América en casi todos los países se celebra el primer domingo del año, algunos países como el nuestro la conservan el 6 "sin ser de precepto", ¿pero verdaderamente qué celebramos?
Tres acontecimientos muy importantes, al Jesús ya adolescente donde los estudiosos de el cosmos le ofrecen, oro como al Rey, incienso como a Dios, mirra, ungüento para las heridas, tal vez de la pasión. Estos supuestos astrólogos representan a los no "creyentes", y significan que Dios vino para todos.
Ahora vamos al Jesús adulto, con su madre en Caná de Galilea donde según san Juan que es el único que relata este "signo", convierte a pedido de su madre el agua en vino. Agua figura del bautismo, vino de la Eucaristía.
Es en una boda es decir Jesús al iniciar su vida pública indica con esto que no nos quiere "islas" sino comunidad.
El tercer acontecimiento que se desdobla al domingo siguiente es el bautismo donde el Padre confirma quien es Jesús "este es mi Hijo, muy amado escúchenle " Mt. 3, 16-17.
Vemos que la palabra epifanía quiere decir conocimiento del verdadero Dios. Al concluir el tiempo de navidad y encarar un nuevo paso por la historia, más que regalos, debemos pensar en la transformación de nuestra vida, año nuevo es en la medida que busquemos "parecernos más a Cristo Jesús", dice San Pablo.
Después de haber contemplado el misterio de la Manifestación del Señor, sería bueno que tengamos el corazón del niño, y busquemos el oro de una fe más madura. No la que se nos dio en el catecismo, la Iglesia permanentemente nos da meditaciones, en los Evangelios, las del Papa y obispos, o reflexionar lo que se nos dijo en la misa. Bajo ningún punto de vista podemos quedarnos con lo infantil "el mundo nos pide madurar".
También el incienso de una vida coherente. Descubrir a Dios en cada hermano, sea de la casa o en la calle, dice San Pablo, “no salga de ustedes palabra descalificante", la palabra del cristiano debe ser positiva y alegre. Decía Santa Teresa de Ávila, " procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que veamos en los otros y tapar sus defectos con nuestros pecados. Tener a todos por mejores que nosotros".
La mirra, sería hermoso que el 5 o 6 los "ministros de la comunión" se la lleven a sus enfermos, acompañemos con cariño al que sufre en casa o en nuestra manzana, ayudar al que está solo.
En Itatí, ciudad de la Virgen, también podemos ejercer la caridad en los "asistidos" en el Cottolengo. Aquí no hay geriátricos o asilos de ancianos ¿pero cuántas oportunidades nos da el Señor para ejercer la caridad? Que no se cumpla en nosotros lo del Evangelio, "es inútil poner genero nuevo a lo viejo, porque se rompe".
¡Feliz Epifanía!
(Colaboración del padre José Quintana Peña)
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