Hoy, Jueves Santo, la Iglesia nos invita a celebrar tres cosas en el marco de la Última Cena del Señor, la institución de la eucaristía, la institución del mandamiento nuevo del amor y la institución del sacerdocio.
Esto como signo del servicio de la caridad a que estamos llamados y de los cuales Cristo es modelo.
La primera, la eucaristía, expresada en Lc.22: “Este es mi Cuerpo...”, como sacramento, es decir, signo visible de la presencia actuante de Cristo que expresa su real y substancial presencia. Es toda la Pascua como si estuviese “fuera del tiempo” y traída desde el Triduo Pascual hacia esta Noche Santa. Por eso se considera el Triduo como si fuese un solo día y a esta noche como la puerta del mismo.
Eucaristía es, por tanto, Pasión, Muerte y Resurrección.
En la segunda, el mandamiento nuevo del amor, les enseña, por medio del signo del “Lavatorio de los pies”, a ser últimos como El se hizo último para redimir al mundo. Lava los pies como un servidor a su señor y se hace así siervo de todos.
Jesús, Rey de Amor, Dios-Caridad, quiso que los Apóstoles -Obispos de su Iglesia- estuvieran en disposiciones especiales de alma para recibir estos tres misterios y comenzó por ponerlos unidos, humildes y queridos entre sí.
Ya había dicho cuando se le preguntó sobre los mandamientos, “Amar a Dios por sobre todas las cosas.” “Amar a tu prójimo como a ti mismo.”
Pero ahora afirma: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado. No hay mayor amor que dar la vida por los amigos.” (Jn 15, 12-13)
Los invita a amar como El. No sólo como uno se puede amar sino como ama Cristo: hasta morir por los demás.
La tercera institución, la del sacerdocio, se celebra como sacramento, es decir, como signo visible y concreto del Amor de Cristo que se pone al servicio de todos: al servicio de los más necesitados, al servicio de la expansión del amor redentor de Cristo, al servicio de la eucaristía, que busca hacer presente a Cristo eucarístico, que se parte y reparte a todos y donde todos se unen como Iglesia, cuerpo a su cabeza.
Traslado
Al terminar la celebración se desviste el altar y se tapan las cruces e imágenes como primeros signos de luto.
La atención se centrará en la eucaristía, relevante en este día; por lo que se le prepara y adorna un lugar aparte, para que llame nuestra atención, nos mueva a la adoración y, sobre todo, para realzar la figura de Cristo eucarístico, que es punto de referencia a la caridad de este día.
Esto hasta la medianoche, en que se quitan los adornos y flores, porque ya comienza el viernes, día neto de luto y abstinencia por Cristo que muere.
Este traslado a un lugar apartado del templo nos recuerda al pasaje posterior a la Última Cena en que Jesús se retira para orar antes de ser entregado. Igualmente hoy, el Señor, nos invita a que estemos con Él y lo acompañemos en la oración al Padre y en este momento de prueba.
Óleos
Hoy también recibimos los santos óleos que se han consagrado en la Misa Crismal; misa de gran carácter sacerdotal y sacramental, de la cual estos óleos son signo.
Los óleos son: de los enfermos, de los catecúmenos y el santo Crisma.
Se utilizan en los sacramentos de bautismo, confirmación, unción de los enfermos y orden sagrado.
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