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sábado, 13 de diciembre de 2014

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

Queridos hermanos, sólo faltan 10 días para la celebración de la Navidad.


Vamos a aclarar una cosa. Navidad no es la solemnidad más grande, es Pascua, al decir del Apóstol San Pablo "si Cristo no hubiera resucitado, inútil sería nuestra fe", porque creemos en la Resurrección es que celebramos su nacimiento. Comparemos la Pascua al sol que quema en enero, la Navidad a la luna llena, es decir está iluminada por Pascua.

En este domingo se nos llama a la alegría "Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor esta cerca"(Filipenses 4,4-5). El Papa Francisco en su Encíclica el "Gozo del Evangelio", nos dice "La alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar".

Los males de nuestro mundo no pueden opacar nuestra alegría, el pesimismo resulta estéril.

En segundo lugar aparece Juan "el más grande nacido de mujer", el primero que invocamos en las letanías de los santos, "Yo soy una voz que grita en el desierto. Allanen los caminos del Señor, como dijo el profeta Isaías". Desierto, en un lugar así no hay vida humana y raramente de otra especie, que nos dice entonces San Juan. Desierto puede ser el corazón duro, el que no cambia, el que se ocupa inútilmente de los demás. Nuestro corazón es el "desierto", debemos abrirlo para escuchar al Señor. Él quiere nuestra alegría, pero una alegría que se transforma en amor solidario, una alegría que contagia a los demás a seguir a Jesucristo.

Así como adornamos con luces nuestra casa, las calles, el templo, de la misma manera debe estar iluminado nuestro interior, si no ponemos esfuerzo personal por hacerlo, el Adviento es en vano. Cristo sabe que lo queremos, pero Él quiere ver nuestro testimonio de cada día. Cuesta, evidentemente, pero lo que cuesta vale la pena. Y seguir a Jesús vale la pena para tener una alegría y contagiarla que nadie podrá quitar.

El martes 16 empieza la novena de Navidad, tengamos cada día a alguien en nuestra mente, y si es posible abramos el corazón y las manos al pobre y discapacitado. 

Oremos por los que sufren, marginados, esclavos, presos, los que se resisten a creer. Los enfermos y moribundos y por los que están solos, hoy son demasiados los que sufren soledad, aunque vivan rodeados de mucha gente. A veces es más importante la televisión, el celular, la telenovela, etc., que aquel que tenemos a nuestro lado, esposo, esposa, hijo o demás miembros de la familia o vecinos. Navidad es compartir la vida nueva que es Cristo el Señor.

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