El Domingo de Ramos o del compromiso de los cristianos, tal vez sea el domingo de más asistencia a los templos, aún más que el de Pascua.
La solemne liturgia divide esta celebración en dos, el sacerdote viste de rojo -color de la sangre y de la entrega-, en modo festivo se bendicen los ramos y luego recordando el camino de Jesús (de más o menos un kilometro) se realiza la procesión triunfal, para comenzar la Misa que ya es la celebración anticipada del Viernes Santo.
Dice la Escritura en el Primer Libro llamado Génesis 7,1-14 que simbólicamente Dios hizo llover 40 días (purificación) sobre la tierra. Luego de muchos días Noé soltó una paloma (símbolo de la paz) y regresó con una rama de olivo (otro símbolo de la paz). Es decir todos los que tenemos en nuestra mano los ramos para ser bendecidos, debemos comprometernos a sembrar la PAZ en donde quiera que nos encontremos, todo un compromiso.
Yo que tengo en la mano el ramo, no es para ser espectador, por el contrario debo ser instrumento de la paz en la familia, en el barrio, en el trabajo y en cualquier lugar. Los Evangelios Mt 21,1-11; Jn 12,12-19 nos dicen que en este día Jesús entra en Jerusalen para cumplir la voluntad del Padre.
Caminar al Viernes Santo, creyendo que era un salvador humano del pueblo Judío, tan castigado. La gente, en su mayoría niños y jóvenes arrancan ramos de los olivos y palmeras y lo saludan ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
El papa Beato Juan Pablo II, por sugerencia del cardenal argentino en estudio de beatificación, Eduardo Francisco Pironio, instituye el Domingo de Ramos como Jornada Mundial de de la Juventud. La primera jornada se realizó en Buenos Aires en 1987, frente al Obelisco ante un millón de personas. El Papa bendijo los ramos y fue hasta el altar levantado en 9 de Julio y Santa Fe donde celebró la misa con todos los obispos de la Patria, miles de sacerdotes y ante la presencia del presidente Raúl Alfonsín. De entonces un año se celebra en Roma y otro en distintos lugares del mundo.
Queridos lectores, este es domingo de sincero compromiso de vida sembrar la Paz, que nunca seamos instrumentos de discordia en ningún lado. Abramos así con un corazón abierto esta hermosa semana de amor a Cristo sin olvidarnos del hermano, fundamentalmente del pobre y sufriente, del hambriento y necesitado de nuestra caridad y oración.
(Colaboración P. José Quintana)
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