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domingo, 27 de julio de 2014

DOMINGO 17º DURANTE EL AÑO

En este momento concreto de la historia, aquellos que son elegidos por el pueblo, o los miembros de la realeza, dejan mucho que desear. Ambos son puestos al frente de una comunidad nacional para "servir", sin embargo, se supone que asumen los cargos al revés para "que los sirvan", para llenar sus arcas de oro, a costa del hambre en muchas ocasiones del pueblo”.


La primera lectura 1 Rey 3,5-6,7-12, nos muestra al sucesor del Rey David, su propio hijo Salomón, para conducir a Israel. Ante el pedido del Señor, Salomón suplica “concede a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”.

El Señor Dios ve con agrado esta humilde súplica y le dice “Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú, antes de tí, ni habrá nadie como tú después de ti”.

Qué distinta la súplica de todo un sucesor del primer rey de Israel, al de los gobernantes de este momento, (tal vez de nosotros mismos).

El Evangelio Mat 13,44-46, nos habla del Reino de Dios, parecido a un tesoro, oro o piedras preciosas. Ambas cosas apetecibles a nuestra humanidad. Sin embargo si vemos la fe con ojos humanos "jamás alcanzaremos ese Reino" el estar junto a Jesús exige paciencia, sufrimiento, oración, prudencia y servicio.

Una buena oportunidad lamentablemente que nuestro servicio en este momento, tenga que ser, estar al lado de Medio Oriente en plena guerra, orando ¿lo hacemos?, ofreciendo algo que nos cueste por la paz.

Pero también nuestra Argentina necesita el regalo de la paz, basta con nuestra experiencia diaria en la casa y en la calle para ver que es así. María de Luján nos bendiga.

(Colaboración del padre José Quintana)

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