En este domingo se lee a san Mateo 13,1-23, la parábola del sembrador. Ha llegado la hora, y el mundo así nos lo pide que definamos la fe, o indiferente o entregada en forma total.
Hay 4 enseñanzas muy ricas, le semilla que cae al borde del camino, y los pájaros se las comieron. Las que cayeron en terrenos pedregoso y se quemaron por la poca tierra (poca fe), otras entre espinas, y no crecieron, otras en tierra buena y dieron fruto abundante.
Terminamos la novena de la Virgen de Itatí (o cualquier novena), un novena simboliza los 9 meses que estamos en el seno materno, a medida que va pasando el tiempo el feto se desarrolla hasta ver la luz del sol. La novena es "ir meditando a lo largo de 9 días sobre la realidad de nuestra vida" al terminar la misma tenemos que haber cambiado en algo, es decir que lo que nos han trasmitido haya dado fruto en nosotros y a su vez nos mostremos diferentes, cordiales, descubramos al hermano, corrijamos los errores. En una palabra seamos mejores.
Si esto no se logró "la novena no ha servido", lo mismo una procesión, ella simboliza salir del seno materno, caminar en la vida, con lo bueno y malo hasta entrar en el cielo.
Hermanos, por favor, no tomemos por rutina las cosas de Dios, Él es más grande que nuestra conciencia, dice san Juan.
Que todo lo que se nos propone no tiene otro significado que una ayuda a crecer en la fe y fundamentalmente en el amor. Dejemos que el grano de trigo, es decir la Palabra de Dios, caiga en corazón dispuesto a ser hermano, amigo, fraterno, misionero y fundamentalmente respetuosísimo del hermano.
Así como Dios es respetuoso de cada uno de nosotros. Buen domingo.
(Colaboración del padre José Quintana Peña)
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