El 25 de septiembre de 1986 fue ordenado sacerdote salesiano en la Basílica y al cumplir 18 años de sacerdocio volvió de África, donde trabaja como misionero, para celebrar una misa en Itatí.
Desde hace 17 años, el sacerdote correntino José López (48) misiona en Angola donde se dedica a asistir a niños, jóvenes y adultos en cuestiones referentes a la salud, alfabetización y evangelización. Las últimas semanas visitó Corrientes donde se reunió con sus hermanos y celebró los 18 años de su ordenación sacerdotal, hoy emprende el viaje de regreso a Africa. “Irme es siempre difícil, llego allá extrañando todo pero hay que respirar profundo y seguir adelante. El cariño con el que me reciben me da las fuerzas, y se que todavía quedan muchas cosas por atender”, comentó.
Con sólo 14 años, José descubrió su vocación sacerdotal y de servicio a los demás. Sus primeros pasos como voluntario misionero fueron en la comunidad de Jesús Nazareno asistiendo a las personas de barrios humildes de esta Capital y su compromiso con el prójimo se acentuó cuando a los 15 realizó un campamento vocacional junto a un grupo de salesianos. Siguiendo los ejemplos de Don Bosco y la Madre Teresa de Calcuta decidió abocarse a la labor solidaria.
En 1980 se terminó la escuela secundaria e inmediatamente dio inicio a su vida religiosa. Se preparó en los seminarios salesianos de Rosario, La Plata y Córdoba donde además estudió Pedagogía, Ciencias de la Educación y Filosofía. Una vez recibido realizó los estudios superiores en Uruguay y luego fue ordenado sacerdote de la orden salesiana de Don Bosco. Ayer celebró 18 años de su consagración en la Basílica de Itatí junto a sus hermanos -dos de ellos con sacerdotes que se desempeñan en Rosario y Misiones-, sus compañeros de la promoción ‘80 de la Escuela de Comercio, los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano, familiares y amigos.
Hoy el padre José emprenderá el regreso a la tierra africana que se convirtió en su casa desde hace 17 años. “En 1994 fui a misionar por primera vez porque sentía la necesidad de ayudar a los que menos tienen. Se que en nuestro país también hay muchas personas que necesitan pero cuando fui allá la situación me tocó mucho y sentí que debía quedarme y hacer algo por ellos”, comentó en diálogo con El Litoral y confesó: “Después de estar acá, irme es siempre difícil. Llego allá extrañando todo pero hay que respirar profundo y seguir adelante. Pronto el cariño con el que me reciben allá me da las fuerzas, aun quedan muchas cosas por atender y trabajar”.
El correntino desarrolla su misión en la capital del país, una ciudad llamada Luanda, donde trabaja con más de 104 comunidades. Allí comparte la labor con otros voluntarios que llegan desde Eslovaquia, España, Brasil, Italia, Argentina, entre otros países. Juntos realizan diversas actividades, además de evangelizar, llevan a cabo atenciones sanitarias, tareas de alfabetización, capacitación en oficios como carpintería, electricidad. También trabajan en reforzar los valores culturales, ciudadanía y en los derechos humanos. Cabe destacar que además de dar clases, José llegó a ser director de una escuela.
“La tarea del misionero es increíble y abarca muchas aristas, requiere tiempo, voluntad y dedicación pero da las mayores satisfacciones. Veo que con un trabajo intenso, los adolescentes han recuperado ciertos valores y empiezan a vivir un servicio comunitario, se ayudan entre ellos y cooperan con la sociedad”, comentó.
El sacerdote señaló la buena predisposición de la juventud en Corrientes respecto al voluntariado y destacó que el próximo 7 de octubre se realizará en la parroquia San Juan Bautista un encuentro de jóvenes misioneros. “Hoy en día surgen muchas cuestiones conflictivas para los jóvenes, es necesario de que los padres los lleven por el buen camino el de los valores, la simplicidad, la fraternidad. No tenemos que permitir convertirnos en seres frívolos”, comentó.
Diario El Litoral
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