En la conmemoración de las jornadas de mayo, volvemos a aquellos padres de la Patria quienes, en su gesta soñaron la bienaventuranza para nuestros pueblos que aspiran a crear ciudadanía.
También en aquellos tiempos jugaban las ilusiones y la pureza de la inspiración de los ideales se entrecruzaba con las ambiciones fáciles, algunas veces oscuras. Después de todo, ello es parte de la historia de todos los pueblos, y no venimos a juzgar ni pretender separar trigo de cizaña, sino a celebrar el legado del que nacimos, porque a pesar de las miserias y con ellas, tenemos un hogar.
Venimos a celebrar pero no debemos dejar de preguntarnos si sigue siendo vocación nuestra el concretar aquellos deseos de bienaventuranza, si el ser ciudadanos se ha devaluado hasta llegar a ser un mero trámite o sigue siendo el llamado hondo a procurar la alegría y la satisfacción de construir juntos un hogar, nuestra Patria.
Animémonos, pues con el espíritu valiente y pleno de coraje, aún en medio de nuestras pobrezas y limitaciones. Y le pedimos a Dios que nos acompañe y fortalezca en la búsqueda de las bienaventuranzas de todos los argentinos.
De una homilía del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, en 2006.
(Colaboración del padre José Quintana)
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