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lunes, 19 de marzo de 2012

A LA ESCUELA NORMAL DE ITATÍ


La vida de la escuela está entrañablemente asociada a una campana. La del repique contagioso y saltarín. 

La campana de la escuela, es la “llamada” del saber que resuena en los oídos de cada niño y cada joven, invitándolo a caminar hacia el futuro. 

Por eso, esta poesía se titula:

ROMANCE DE CAMPANAS Y ESPERANZA 
(A la Escuela Normal de Itatí) 

Diecinueve de marzo: en el umbral 

Del otoño que dora las naranjas. 



“Día de San José “, ¡Qué hermoso día! 

para echar a volar esas campanas 

que arrastran corazones y recuerdos, 

que repican nostalgia y esperanza. 



Diecinueve de marzo; casi otoño, 

y el calor del fervor en esas almas 

que acunaron la idea, y la forjaron, 

y dieron todo para concretarla: 

Idas, venidas, viajes a Corrientes, 

polvaredas y noches desveladas... 

Pero los itateños tienen ya 

la tan ansiada escuela secundaria. 

Sonríen los naranjos otoñales 

frutas de oro en las filas de la plaza. 



Un puñado de adultos decididos 

y una hueste de jóvenes que aguardan. 

Tienen talla de próceres los hombres 

y mujeres que apuestan al mañana. 



El sol se pone sobre el pueblo en sombras 

y se enciende la aurora en esas aulas... 

“El saber les está esperando; vengan 

A las clases recién inauguradas” 



Alegría, ilusión y nerviosismo, 

las risas que se mezclan con las lágrimas: 

son el pincel que pinta aquella noche, 

más dichosa y mejor iluminada. 



Han pasado los años, y la escuela 

creció, como un milagro, con la gracia 

del aprender naciendo cada día 

y las puertas abiertas al mañana. 

Hoy, Escuela Normal, con tantos hijos 

sembrados por los rumbos de la Patria, 

te elevas como madre que conserva 

en sus manos las joyas conquistadas, 

y aguarda la llegada de otros hijos 

ansiosa y fiel en cada temporada. 



Hoy, Escuela Normal, vuelvo a tus puertas, 

al abrigo dichoso de tus aulas, 

a los tiempos felices que vestía 

el uniforme de la secundaria. 

Perdona si mi ofrenda en este día 

luce el rocío limpio de las lágrimas. 



Diecinueve de marzo: hermoso día 

para echar a volar esas campanas 

que arrastran corazones y recuerdos, 

que repican nostalgia y esperanza. 


Profesor Domingo Omar Godoy.

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