La noche anterior a su muerte, lo que llamamos Jueves Santo, el Señor Jesús nos dejó su cuerpo en el pan su sangre en el vino "consgrado" en la misa.
Mateo 26, 26-29 nos dice "mientras estaban comiendo, tomó pan y se lo dio ‘Tomen y coman esto es mi cuerpo’, luego tomó vino y dijo ‘Beban de él todos porque esta es mi sangre’”, esto reitera Marcos,14, 22-25 y Lucas 22,19-20.
San Juan de una manera más elaborada nos da todo un capítulo sobre esto el capitulo 6 "El pan de Vida", el apóstol San Pablo sin embargo es el primero en escribir de este acontecimiento en 1 Cor 11,23-25 "lo que yo recibí es que el señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, este es mi cuerpo que se entrega por ustedes, háganlo en memoria mía.
En la misa de la noche del Jueves Santo se celebra esto, pero dado lo inmediato de la meditación del viernes se hace de manera solemne pero sobria.
Fue en el año 1264, hace exactamente 750 años de esta fiesta solemne y pública. El Papa Urbano IV, con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto solemne público de adoración, amor y gratitud instituyó esta solemnidad. Así los Cristianos con las procesiones manifestamos nuestra convicción de la presencia real del Señor.
Fue Santo Tomás de Aquino, quien por mandato del mismo Papa ha escrito los himnos de este día, "Éste es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos, es el verdadero pan de los hijos. Adoremos y agradezcamos al Señor este magnífico don que nuestra mente jamás podrá entender, aquí, cabe solo la Fe, nunca la razón.
En verdad la primera procesión del corpus en la historia, fue cuando María caminando muchos kilómetros, para visitar a Isabel, llevó en su vientre a Jesús que hizo exclamar a su prima "¿quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a visitarme?".
Dejemos que Cristo tome posesión de nuestra vida, de nuestro interior y lo transforme, en sentimientos de paz, unidad y fraternidad.
(Colaboración del padre José Quintana)
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